Comentar Los inocentes de Oswaldo Reynoso es una tarea
difícil y no porque el libro sea complejo sino porque tanto se ha hablado de él
que ya no queda aristas de dónde mirar un libro que es el fundador de la
narrativa urbana de un sector no dominante.
Nunca hice el comentario en el blog porque me parecía abrumador repetir las
mismas palabras que estos cincuenta años se ha repetido a este libro
trasgresor. Lo que siempre me he preguntado es por qué han pasado tanto tiempo
y el libro sigue siendo transgresor. Sigo escuchando todavía a las mismas
madres de familia -que seguro Oswaldo escuchó- reclamándome de por qué he
elegido este libro tan vulgar para que sus hijos inocentes de toda perversión
deban leer. Lo he escuchado tantas veces que puedo confesar que en algún
momento me he reído y les he confesado que el libro es más antiguo que los dos
que discutimos por algo que pensamos que no debería decirse a voces. Los
inocentes es de esos libros que nuestros padres ponen en la parte más
alta del estante como esperamos que crezcamos para leerlo o seamos lo más
inteligente posible para subirnos a una silla y sacarlo. Puedo confesar y
recordar ver a mi padre leyendo sus páginas y carcajearse en cada línea
mientras yo me sorprendía del poder de ese minúsculo libro. Sé que el tiempo no
lo ha condenado y le ha dado la venia de divinidad y vida eterna que pocos han
llegado a rasguñar. Aunque hayan desaparecido las cantinas con aserrín, el
Palermo, la ciudad de Lima, los burdeles con atentas prostitutas, los carros Ford
a gasolina y esas calles que ahora son centros comerciales. Hoy solo nos queda
a los jóvenes callarnos, escuchar música y tratar de emborracharnos lo más
rápido posible. Acostarnos con prostitutas que nos roban mientras nos
apurábamos porque hay clientes que esperan afuera. Jugar Play station. Escuchar
música electrónica en nuestro Ipod. No encontrar cigarrillo Inca. Ver a una
Lima que se degenera por el capitalismo, el amontonamiento, la destrucción de
sus calles y casas virreinales que ahora son cabinas de internet.
Sobre el libro es mejor no comentarlo solo decirles que si no lo han leído
todavía no ha pervertido sus almas ni tampoco saben el sabor del color rojo. Yo
solo reafirmare mi compromiso, en estas líneas finales, que seguiré
recomendándolo a mis alumnos, aunque eso me cueste por milésimamente vez, ser
echado a patadas de todos los colegios privados de Lima.
Puntuación: Muy bueno
Presentación: Regular
Precio: 3 sol
Lugar: Amazonas
Leído: ya no me acuerdo
Publicado por Josué Barrón en 14:37