Por
Gonzalo Valdivia, en 22 de Abril de 2009
Gregorio Martínez (Nazca, Perú, 1942) escribe su más conocida novela Canto de Sirena (1976) revalorando el ethos de la etnia negroide en el Perú. Su relato brinda continuidad al folklore, la vida en las haciendas de los peones indios y negros, el lenguaje popular y la picardía del descendiente de negros bozales Candelario Navarro, anciano de 81 años que recuerda sus aventuras sexuales, sus pendencias, su rebeldía, la interacción social con las clases privilegiadas y su vida de huaquero y peón.
Canto de Sirena
Esta obra tuvo por carátula el cuadro de una sirena con rasgos negroides, algo tosca y sonriente, pintado por Tilsa Tsuchiya (1936-1884), artista plástica nisei que captó el ethos negro de la sensualidad de la raza afroamericana, dibujando una sirena negra, lejos del patrón de belleza occidental con que se retrata a esos seres mitológicos. El escenario es el pueblo de Coyungo en Nazca, Perú, lugar donde la creencia popular sostiene que el aullido de los zorros apaga el canto de las sirenas.
La agitada sexualidad de Candelario: Candelario tiene formación sexual de familia, cuenta con una tía Norberta, muy promiscua, y un tío músico apodado el Metreque, que le inculca los valores musicales para el sexo. Candelario tiene el Eros desbordado, ya que aún de anciano sus mayores deseos son copular y beber todo tipo de licores. Lleva un registro pormenorizado en cuadernos de todas las mujeres con quienes tuvo trato carnal, en ciudades como Acarí, Nazca, Lima.
Por momentos presume de su vigor y confiesa que todos sus oficios tuvieron que ver con el sexo. Cuando se hace pasar por brujo o curandero para hacer amarres al marido, no recibe dinero de estas mujeres, sino que cambia su servicio por sexo. La sexualidad es una necesidad muy vehemente en su interior, pues llega a enjabonar en el río a su patrona Marcela Denegri, mujer blanca que no llega a copular. Esta tarea la realiza de muchacho y también espía a esta mujer en zoofilia con un enorme perro.
Hasta la venganza tiene carácter fálico para
Candelario, pues contamina a su displicente patrón
Félix Denegri, quien tiraba las órdenes en papeles para que sus sirvientes los recogieran, remojando su pene en el agua cristalina que le llevaba en una garrafa. Para que el patrón no sospeche nada tenía que lavarse meticulosamente el miembro viril antes de repetir esta operación. Esta proeza del odio la llama agua de pichula, nombre vulgar en
Perú para el pene, con connotación humorística.
La viveza: Los niveles de astucia de Candelario son altos y cómicos, a menudo filosofa y cavila sobre la realidad del país y del sexo. Descubre la mafia de la empresa japonesa Ajinomoto, que elaboraba su condimento blanco a base de huesos de equino y perro. También aprende a profanar tumbas y huacas prehispánicas, sacando la mejor parte del tesoro, pues acompañó al ilustre arqueólogo Julio C. Tello en excavaciones a Paracas, Pachacamac, Cahuachi y Estaquería.
Gregorio Martínez
Aprende a embaucar a las mujeres y ofrecerles hasta matrimonio, llegando a separarse de una por el juez, y a comer las heces de una muchacha para convencer a la madre de esta que él la quería. Cuenta con Guillermo, un sobrino suyo, que golpea al marido de una clienta suya de brujería, para que no vaya más al bulín. Tiene el deleite por la crueldad pues come carne de perro, gato y equino, lo que celebra como una hazaña en vez de considerar a los animales como seres dignos de respeto.
El relato quiere patentar la viveza de la peruanidad negra, como un valor capaz de consolidar el proyecto de nación. La obra tiene por epígrafe un comentario sobre Ica, escrito por el explorador italiano Antonio Raimondi. La novela invita al lector a descubrir Ica, las negrerías o barrios de negros que han formado una cultura propia, distinta a la urbana y a la rural andina. El autor se solidariza con su etnia pues es un escritor negroide, criado en ese contexto de la oralidad.
El rencor y la protesta: Candelario es negro, pero lleva en su ethos el proyecto de nación al identificarse con los cholos o mestizos aindiados pobres, que sufren marginación por la arbitrariedad de la oligarquía. Un episodio de pelea surge cuando Candelario derriba de un cabezazo a Pedro Gabelio, un blanco prepotente que no dejaba entrar al burdel ni a cholos ni negros por no considerarlos gente. Candelario reacciona luego de que el enorme Pedro casi lo ha dominado con dos puñetes.
Esta protesta surge por el corte de la necesidad de copular por diversión, muy enraizada en el imaginario colectivo de Nazca. El sexo es un igualador para el hombre, pues todos dependen de él en un pueblo donde todos se conocen; también es un movilizador social porque Candelario puede manosear a Marcela cuando ella se lo pide. La reivindicación surge de la marginalidad, el outsider tiene una agenda postergada de derechos que quiere hacer valer, para esto los blancos en la novela son abusivos y degenerados.
Ciudad de Nazca, Perú
En el relato negro, el blanco está juzgado por la prepotencia, al igual que en el indigenismo. No se puede generalizar ni inferir como verdad absoluta, pero aún hoy en pleno 2008, negros e indios peruanos son prohibidos de ingresar a discotecas de lujo por el racismo imperante. La rebeldía del negro es el sustento a esta agresividad celebrada en la novela, que recuerda el festejo de las putas, el trago y las peleas que hacía Charles Bukowski en sus poemas, pero son contextos muy distintos.
Conclusión: Gregorio Martínez registra la voz del negro peruano en su novela Canto de Sirena para expresar con la oralidad de su raza el folklore y la vivacidad del ethos negroide que celebra el sexo, la viveza o pendejada y tiene un código de rencor latente en la conciencia de sus miembros, presto a actualizarse y estallar ante situaciones de injusticia social. La cultura popular del negro peruano conlleva una mitología lúdica y una valoración del folklore que lo hace inseparable de su razón de ser.
Imagen Libro: Andes
Imagen Autor: La Torre de las Paradojas
Imagen Nazca: Ilustrado21 en Wikipedia
Fuente:
http://www.leergratis.com/literatura-erotica/canto-de-sirena-de-gregorio-martinez.html