Por Javier Ágreda
Con el libro de cuentos Los inocentes (1961), el escritor Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) creó “un estilo literario nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándose”, según opinión de José M. Arguedas. Ese estilo, junto con la descripción realista de la vida de los sectores urbanos más pobres, se convirtieron en elementos esenciales de la primera etapa de la obra de Reynoso, que culminó en 1970 con la recién reeditada novela El escarabajo y el hombre (Casatomada, 2009).
Esta narración está constituida básicamente por el monólogo de un estudiante universitario limeño. Él, en una cantina, le cuenta a su profesor de escuela las aventuras de sus amigos de barrio: amores, alcohol, miseria, delincuencia, prostitución, etc. Este recuento apenas es interrumpido por fragmentos del diálogo entre dos personajes irreales, el uno y el otro, quienes conversan, en clave alegórica, sobre las costumbres del escarabajo estercolero y la forma en que se relaciona con sus semejantes.
Con el libro de cuentos Los inocentes (1961), el escritor Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) creó “un estilo literario nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándose”, según opinión de José M. Arguedas. Ese estilo, junto con la descripción realista de la vida de los sectores urbanos más pobres, se convirtieron en elementos esenciales de la primera etapa de la obra de Reynoso, que culminó en 1970 con la recién reeditada novela El escarabajo y el hombre (Casatomada, 2009).
Esta narración está constituida básicamente por el monólogo de un estudiante universitario limeño. Él, en una cantina, le cuenta a su profesor de escuela las aventuras de sus amigos de barrio: amores, alcohol, miseria, delincuencia, prostitución, etc. Este recuento apenas es interrumpido por fragmentos del diálogo entre dos personajes irreales, el uno y el otro, quienes conversan, en clave alegórica, sobre las costumbres del escarabajo estercolero y la forma en que se relaciona con sus semejantes.
Este diálogo era un recurso al que apelaba Reynoso para reflexionar sobre las acciones sin caer en lo “panfletario”, como (según la crítica) había sucedido en su novela En octubre no hay milagros (1965). El resultado no fue del todo satisfactorio y acaso por eso el autor entró en un silencio literario de más de 20 años, hasta encontrar nuevos caminos para su obra. De todas maneras, El escarabajo y el hombre es un valioso testimonio de uno de los momentos decisivos para el devenir de la narrativa peruana.
FUENTE:
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20091207/28/pagina/30435
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