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martes, 6 de enero de 2009

Castro y Francia



La semana pasada, la llamada Revolución Cubana ha cumplido nada menos que 50 años. ¡Vaya dictadura tan larga la de estos hermanitos Castro, que capturaron bastante jóvenes el poder y aún siguen abusando de éste, sin darle cuentas a nadie! ¡Pobres cubanos! Que recuerde, las dictaduras latinoamericanas más largas fueron las paraguayas de Francia (1814-40) y Stroessner (1954-89), la venezolana de Juan Vicente Gómez (1908-35), la nicaragüense de los tres Somoza (1937-79, con breves paréntesis) y la haitiana de los dos Duvalier (1957-86: Baby Doc sucedió a su padre Papa Doc con tan sólo 19 años en 1971).
Aquí la más larga fue la de los 11 años de Augusto B. Leguía (el llamado Oncenio, 1919-30), eso sin sumarle los cuatro años de su más democrática administración anterior (1908-12). De hecho, el tirano latinoamericano al que más se parece Fidel Castro es el paraguayo Gaspar Francia. Como Castro, Francia era hijo de un español de buena situación económica, aunque no sufrió la bastardía que experimentó Castro hasta su adolescencia. Como el caribeño, se imbuyó de las ideas revolucionarias de su época y se dedicó a abogado de pobres, para luego luchar contra la dominación española, tal como Castro lo hizo contra la yanqui. Acaece la independencia guaraní de 1811 y se hace elegir Cónsul -forma curiosa de Poder Ejecutivo- junto a Yegros, al cual después aparta en 1814 para convertirse en el tirano supremo, personaje que inmortalizaría el novelista Augusto Roa Bastos. Comienza aquí un gobierno tremendamente represivo, no muy lejos del totalitarismo de los hermanos Castro. Hace una virtual isla del Paraguay, aislándolo del mundo tal como la Cuba castrista. Se instaura una autarquía absoluta, sin nada de comercio exterior, llegando Paraguay no sólo a producir casi todo lo que necesitaba, sino que el Estado interviene en toda la vida económica para favorecer a las clases más necesitadas y Paraguay llega de lejos a ser el país sudamericano más industrializado. Como Castro, Francia controlaba cada detalle de la vida de sus ciudadanos con la policía secreta y manejaba al país como su hacienda. Si bien era muy cruel, no era nada corrupto y sí muy austero, siempre preocupado por la gente pobre. Sólo se podía salir del país con permiso estatal y se controlaba la religión. No existía ni la mendicidad ni la delincuencia.
Nadie discute que la educación y la salud paraguayas de entonces eran las mejores de Latinoamérica, como ahora en Cuba. Francia muere en 1840 y toda su obra se pierde por culpa del idiota del general Francisco Solano López, un insensato gobernante que le buscó la guerra a Brasil, Argentina y Uruguay a la vez en 1864, conflicto que arrasó no sólo con su país, sino que también aniquiló al 90% de los hombres. Del millón y medio de habitantes, sólo quedaron 200 mil, con 28 mil hombres adultos. Desde entonces, Paraguay nunca pudo recuperar su pasado esplendor.
En suma, tenemos a dos tiranos que dominaron a sus pequeñas naciones en el más mínimo detalle, convirtiéndolas en cárceles llenas de prisioneros letrados, sanos y alimentados (aunque hay mucho de propaganda. He estado en Cuba y aquello es un desastre). Sólo tipos tan raros como Javier 0.5% Canseco y César Lévano pueden elogiar ahora ese modelo personalista, militarista y penitenciario de sociedad, muy cercano al fascismo. Castro pasará a la historia como un tiranuelo latinoamericano más, sólo que particularmente obsesionado por lo social. Y con mucho, mucho de demente. Otro Gaspar Francia.
Aldo Mariátegui 6 de Enero de 2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo unas muy buenas historias cortas, me gustaria que las conocieran, lei toda la informacion que pone en su blog, pero no encontré si tienen cabida.
Les pongo el enlace de una de ellas, www.fannyflowers.com, en la actualidad tengo 61 historias como esta.
Si desean contactarme haganlo a guzman.fanny@gmail.com,

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