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martes, 6 de octubre de 2009

¿QUÉ SUCEDIÓ EN PASOS? Entrevista a César Vega herrera

ESCRITOR Y DRAMATURGO CÉSAR VEGA HERRERA
CONVERSANDO CON EL DRAMATURGO CÉSAR VEGA HERRERA
Por CÉSAR A. REYES CAMPOS
ENTREVISTA Nº 6 ¿QUÉ SUCEDIÓ EN PASOS?

1. En 1977, cuando ganaste el premio “TIRSO DE MOLINA”, el director del Teatro Nacional Popular te solicitó la obra “Qué sucedió en Pasos?” para su montaje. Cuál fue, a tu criterio, la acogida de esta obra por el público limeño? Entiendo que la critica no fue muy generosa contiga pues en un diario se afirmaba que, efectivamente, “no sucedió nada en Pasos”.

-Si, el director la puso en el programa de ese año. Y no sé qué pasó. Sospecho que no hubo tiempo, o quizá presupuesto. Fue cuando Alonso Alegría era el director, tal vez no le gustó la obra, cosa de la cual no puedo acusarlo. Pero a mí si me gustaron el EDIPO REY (aunque lenta) y “Trosky debe morir” de José B. Adolph, que se montaron en ese año.En realidad no hubo crítica cuando se estrenó ¿Qué sucedió en Pasos?, los contados comentarios exceptuando el de Hernando Cortés le dieron con palo, pero no a la mala.
Es posible que el premio que recibió este trabajo (el más importante del teatro en español) entusiasmara más de la cuenta a estudiosos, espectadores y animadores. Fijo que se imaginaron encontrarse ante “la tapa”. Y claro, cada cual con su manera de ver y entender el espectáculo teatral. Entonces cada uno aplicó su óptica… y la pobre obra pagó el pato… por entonces se terminaba de soñar (soñar con las clásicas pesadillas) la Reforma Agraria del general Velasco, fenómeno social que aún no se sentía ni se percibía dentro de las tablas nacionales. En ese sentido yo fui pionero.
En un interesantísimo novelón del escritor Guillermo Thornike ese año de 1977, los lectores y memoriosos, nos divertimos, apasionamos e informamos largas horas hojeando y deshojando (como una margarita) tan simpático libro. Thornike narraba cualquier cantidad de sucesos. Hechos y personajes desfilaban casi militarmente hablándonos de aquellos días del General Velasco.
El libro “No mi general” me asombró como toda creación literaria sabe asombrar. Y cuadraba bien con el cotejo de la realidad. Es decir no habían esos huecos tan grandes y tan falsos que uno encuentra entre un libro y la realidad. Por entonces yo había dejado de escribir, o sea que había colgado los guantes. La pelea diaria con la acción y la palabra me habían puesto O.K. el tiempo record de dos años.
Dormí pesadamente sobre los laureles de “Ipacankure” y “La noche de los Sprunkos”, y dormí no por dormilón sino porque de continuo andaba pensando en que escribir, buscando el tema como la piedra filosofal. Entonces “No mi general” así no mas periodístico y testimonial me ayudo a volver al terreno donde siempre yo había estado. Y sin querer, o “sin querer queriendo”, tomé en cuenta para mi próxima obra aquello que conformaba mi atención diaria. Lancé una mirada a la Reforma Agraria de Velasco sintetizándola en los puntos que me parecieron cruciales e hice “¿Qué sucedió en Pasos?”. Nada más.
Ahora bien, la critica que dices no fue muy generosa conmigo, no podía serlo ni remotamente puesto que no es percató del proceso que sufría y acababa de sufrir el hombre del agro. Fue una crítica puramente literal, teórica, emanada de un buen escritorio y de una rectangular biblioteca. Por eso se dijo que “no sucedió nada en Pasos”. Claro, para tal crítica no sucedía nada en Pasos si se hallaba en mil años luz de los hechos que aprisionaban a grandes sectores de la población andina de nuestra patria.
Me explico. Dentro de la obra no se dice que sucedió en Pasos: se cuenta. Todo lo que va ocurriendo es, en consecuencia, lo que sucedió en Pasos. Mi amigo Carlos Velásquez, viejo actor y director de “HISTRION” exclamó al final de la lectura, “¡pero qué diablos es lo que sucede en Pasos!”. Y también según me chismearon, mi pata Alonso Alegría expresó lo mismo. Insisto: lo que sucedió en Pasos es todo lo que se ve en la obra. El titulo es la pregunta de las cosas que yo hago que produzcan en la comunidad de Pasos. Eso que vieron los que fueron al teatro, eso pues, eso es lo que sucedió en Pasos.
El colmo habrías sido que uno de los autores o de los personajes diga al medio o al final: “señoras y señores esto es lo que sucedió en Pasos”.Por otro lado, seguro que algunos quisieron que suceda lo que ellos consideraban apto. Bueno pues, yo tengo mi visión al respecto. Yo soy el autor. Tales hechos yo los valoro a mi modo de ver. Yo los conjeturo avalado por mi forma de conceptuar al mundo, por mi ideología y mi amor.

2. Cuál es la trama fundamental de esta obra. ¿Qué criterios crees tú primaron para que se le otorgara tan importante premio?

- En “¿Qué sucedió en Pasos?” cuento la historia de un pareja de titiriteros que voluntariosamente van a la comunidad de Pasos llevando distracción y esparcimiento dentro de un programa de divulgación. Estos promotores “culturales” ajenos a la problemática del campesinado al que se dirigen, armados de mucho entusiasmo y cariño por su labor, creen honradamente cumplir una función social.
Como es lógico se presentan tal como son. Los títeres son como ellos, simpáticos muñecos de características occidentales, incluyendo sus chistes y colorines. Algo más. La camioneta que los trae es otro elemento que los distancia ante la comunidad. Los titiriteros, los promotores, en pocas palabras, representan al mundo de fuera, al que viene del lugar que los andinos desconocen o conocen por sus desastrosos efectos.
Entonces se produce el desencuentro. El mundo del campesino al principio intrigado y acaso sorprendido, entre enredos e inocentes absurdos, termina aceptando a los artistas de la ciudad. “Divertirse olvidando las preocupaciones” es la voz. Y llega la hora de la fantástica función, mientras que los comuneros, no obstante ser objetos de preocupación de la laboriosidad pareja de titiriteros, empiezan a macerar sus dudas. Ellos tienen un grave asunto de tierras con la hacienda vecina.
Saben que todos sus antepasados perdieron todos los juicios con los mistis. La conciencia de la derrota injusta y cruenta los aguijonea. Y los promotores ignoran esto.Se produce el choque. Eso es lo que sucedió el Pasos. Es como cualquier novela policial que titula “¿quién mató a Juanita Pérez?” por supuesto sólo al final vamos a saber quien es el asesino. Aunque podría decirse de arranque, al comienzo, o al medio. Peor ya el título ejerce presión y obliga a los interesados a leer toda la obrita.
Este desencuentro (o invasión) del mundo de la ciudad convencional contra el mundo del ande es la trama que pase el tiempo y se ubique a mi trabajo en su lugar histórico, habrán menos interrogantes y palasos que tan amablemente me prodigaron.En cuanto a los criterios que debieron primar para que se premiara a mi trabajo confieso que lo empecé haciéndolo lo más ágil que se me ocurrió. La primer y segunda escena fueron tipo ping pong, veloces y certeras para que el jurado entrada sin ningún obstáculo al centro de la trama: El mensaje de un país sumido en la inconciencia y en la incomunicación. El seudo acercamiento entre dos culturas. Una la occidental. La otra la andina.
Y el problema (cinco veces centenario) de la tierra con su cadena de dificultades traducidas en incontables muertes y endémicas miserias. Además nos se debió pasar por alto, como al fin no resulta el sector del agro el único perdedor de antes y de ahora, es el hombre mismo, su ser social el que más pierde ante los demás y ante sí. Gabriel, personaje de la obra, se vuelve un vagabundo después de lo que sucedió en Pasos. En su dolida y autoirónica confesión al público, mueve la cabeza diciendo “nunca se supo que sucedió en Pasos”.

3. Sé que has sido un “burócrata trahumante” (trabajaste en el Ministerio de Educación, Agricultura...). Cuáles fueron los estímulos decisivos para escribir esta obra siende el tema el problema del agro? Qué documentos de los tantos que pasan por las manas de los burócratas te inspiró más en esta historia?

- Me hicieron trashumante porque siempre me despidieron de buenas y malas maneras. No obstante siempre me porte cómo Dios perdonándolos a cada rato. En Agricultura estuve en R.R.P.P. en la oficina de Informaciones y luego en Bienestar Social. Fue en R.R.P.P. que empecé a ver más de cerca y en sui versión papelista la cuestión de los campesinos. Como de costumbre se inflaban las cifras preparándose excelentes informes para la visita de tal autoridad o en tal y específico caso.
No recuerdo los record en hectáreas ganadas o por ganar. He olvidado (también el olvido nos mantiene vivos) números y proyecciones. Pero el sabor del pasado permanece en el alma. Por lo común fue la presencia inusitada de los trabajadores indios merodeando por las oficinas de R.R.P.P., lo que me atrajo reactualizando otras épocas de mi vida.Decían que jamás se había visto semejante cosas. “Imagínese, indios cerca al despacho magisterial”.
Y claro, habían militares, “de la nueva hornada” comentaban otros, que sacaban pecho realmente contagiados por la fiebre de la transformación cuyo radio de acción también llegaba a los conibos, shipibos, campas, huitotos, aguarunas, etc. En el ascensor se apretujaban algunos blanquitos para no toparse con los “serranos” coquientos y malhablados. Recuerdo la bayeta de una india le araño la mano a una secretaria.
Sobre el pecho se hizo llevar al departamento médico. Casi se desmaya. Yo comente algo así como que las revoluciones están llenas de exabruptos, palabras que lejos de mitigar el incidente lo magnificaron en provecho de la dignidad de la pobre agredida… Bueno, mi documentación, mi información preferentemente fue verbal. Prefiero confiar en mi memoria. Conversaba con los campesinos; comuneros, parceleros y desalojados. Traían quejas y memoriales. Contaban historias tan hermosas que ellos mismos embellecían más allá de sus fachas oscuras. Era como si pidiera que alguien entrara a ver un pedazito de su alma.
Uno me relató, teniendo en un castellano muy difícil el mito que escribí poniendo de título “El secreto de la papa”. Sólo lo vi una vez. Claro que nuestra extraña conversación duro una media hora (hay que tener en cuenta que yo tenía que escapar de mi oficina de R.R.P.P.) y asombrosamente nunca pude recordar su rostro. Se me confundió con tantos otros. Y de tanto verlo en los otros lo perdí en todos. El campesino estaba paradito en un rincón esperando como siempre. Cuando me acerqué no supo que decirme o tal vez yo resulté abrupto. Creo que es arduo y jodido tratar de ser bueno cuando en realidad uno no lo es.
El caso es que hablamos. Felizmente que en su quechua y castellano cogí el sentido necesario. Además me maravilló eso del indio que se hizo enterrar con la semilla de la papa para que se comunidad no pereciera… Acaso no haya escrito bien ese mito, no obstante que empecé a hacerlo como crónica en el diario “CORREO”; luego en Teatro (lo público la Revista CONJUNTO de la Casa de las Américas) y finalmente como libreto para radio para un concurso de Instituto Goethe (obtuvo una mención honrosa); ¡y también lo tengo escrito como cuento! Me fui documentado en vivo y en directo (es mi método favorito).
Así supe de los promotores culturales que visitaban comunidades y pueblos campesinos. En Pasos centró varias historias. Y lo que me faltó, siguiendo mi costumbre, lo inventé. A última hora un campesino me dijo que en su pueblo los patrones habían malogrado o rematado las cosechas para que no fueran a manos de los comuneros, pues ya llegaba la ley de Reforma Agraria. A todo esto yo sabía que habían haciendas en las que los dueños antes de entregarlas a “los indios” las desmantelaban por completo.
Incluso degollaban a los animales. Todo un sabotaje a la inminente ley que de todos modos les daba tiempo para vender y largarse. Esto me sirvió para escribir otra obra. También ocurrió cuando estaba en R.R.P.P., que un sacerdote me pregunto se a él también le afectaba la Reforma Agraria, sobre todo aquel principio “La Tierra es para el que la trabaja” que por entonces estuvo de moda. Dicho curita tenía unas cuantas hectáreas pero debido a sus santas ocupaciones no las atendía como era su deber, sin embargo las dio en alquiler a uno de sus trabajadores quien a la voz del general Velasco (ya que las venía sembrando diez años) presentó sus papales amparándose en la Ley.
Claro que este contacto con el sector agrario no fue lo decisivo para que yo escribiera sobre su problemática. Soy mestizo, descendientes de chacareros y siempre estuvo en mí la cuestión latente. Ya había escrito y publicado cuentos por personajes campesinos. Ya había trabajado con indios y con cholos igual a mí. Libros como los de Ciro Alegría; el “Huasipungo” del ecuatoriano Icaza; “Los de abajo” del mejicano Azuela; aquel tan extraordinario: “Fontamara” del italiano Ignacio Zilone, determinaron en mí, mejor dicho reforzaron mi inquietud por el hombre del ande.
A esto hay que agregar nuestra Historia, desde antes de Cajamarca, cuando Bartolomé de las casas con su enorme empaque abría los brazos defendiendo a las indiadas gentiles y bárbaras.
Como ves la realidad y la sabiduría anterior están en el escritor, a la espera del momento clave, del instante en que casi de golpe empiezan a descifrarse los recuerdos y la experiencias. Y el problema del indio y de la tierra es tan grande, viejo y presente, que resulta imposible no reconocerlo, no sentirlo, siendo una parte vital.
Y con cambio o sin él, con revolución o con “democracia”, el escritor siempre cambia, siempre es revolucionario, siempre se ubica más allá de las dictaduras, siempre duda de las democracias, siempre está jodido, se aburre, renuncia, pero ahí esta otra vez con nuevos bríos, con mayor cantidad de ideas, aumentado el colosal archivo de su memoria. Y claro, utilizando los documentos e informaciones para elaborar la estrategia de su creación.Cuando yo escribo agarro de todo, citando o sin citar la fuente.
Y escribo con tanta convicción que hace mucho deje de preocuparme si tal frase o situación es del Renacimiento o de mí. Recuerdo que cuando estaba escribiendo “El Ascensor” se me cruzó el RIP VAN WINCKELN de Washington Irving, luego un cuento de la MIL y UNA NOCHES, y casi al unísono una obra (no recuerdo el título) de Peter Weiss, el de MARAT/SADE; aparte de varios cuentos de Ray Bradbury a quien dediqué un libro que se me perdió (eran diez relatos futuristas). En el PADRINO ocurrió lo mismo, huérfano de modelos escénicos, sin tener de dónde agarrarse, tomé de una película buena parte del tema narrativo, en esa película trabajaba Shirley Mac Layne…


4. Por qué la interesante idea de combinar la actuación actoral con los títeres?

Este recurso del títere dentro de la obra de teatro, tiene la misión de reforzar la actuación de los personajes que van de la ciudad al ande. El títere en nuestro medio es mayoritariamente citadino. El ventríllcuo y el titiritero ancestralmente van a los pueblos lejanos a embolsicarse los reales. Su fama es (o era) comparable a los magos, a los equilibristas y contorsionistas de goma. En pasos nadie conoce ni sabe de los titiriteros no obstante que ellos se llaman así mismos “Los cuchimilcos del Perú”, (cuchimilco es un muñeco de origen quechua).
En Pasos, aquel elemento Foráneo y de alarde cultural, que debe alegrarlos y distraerlos, de todos modos conlleva un mensaje, una forma de vida distinta. Entonces la entrevista se distorsiona. El títere deviene en el objeto agresivo. El títere encarna, sintetiza la conciencia de quien lo trae y maneja. Los campesinos han oído y muchas noticias y promesas de la ciudad que solo les han traído la ruina y el despojo.
Piensan que el muñeco parlanchín es otro de la misma catadura porque hasta la ley que también se produce en las ciudades los ha traicionado infinidad de veces. Con el agravante de que la comedia representada nada tiene que ver con su universo cultural.En Pasos se da el absurdo y la incomunicación merced al papel que deben cumplir ls titiriteros. Lo normal sería que los muñecos diviertan. Y es lo contrario, enajenan, provocan el desconcierto y la desconfianza. Subvierten el orden rural.
Lejos de cumplir su cometido tal cual lo hacen en la ciudad, en el campo se trasforman en portadores de una ideología fotosfera y de pésimos antecedentes. Lamentable consecuencia histórica. En Pasos el títere es un elemento desencadenante, explosivo. Si bien para la mentalidad urbana es sano y chispeante, para la rural es signo de perturbación. ¿Quién no ha visto pasmarse escrupulosamente a un campesino delante de un refinado títere? ¿Incluso, un niño no llora asustado ante el pintarrajo payaso que pretende alegrarlo con sus desaforadas morisquetas?
En la hipótesis de que los promotores culturales del Ministerio de Agricultura hubieran llevado teatralizados los mitos y leyendas del pueblo andino, es seguro que le habría ido mucho mejor. Aún cuando los medios lingüísticos y la conducta urbana hubieran dejado mucho que decir, siempre habría resultado aceptable el espectáculo. Antes de empezar la obra yo indico “los contrastes” que hay entre las vestiduras y el comportamiento de los titiriteros y de los comuneros.
Los primeros son “muy modernos” y los segundos de acuerdo a su antigua usanza. Y no es que el títere sea malo sino que constituye el símbolo entre choque entre los comuneros y promotores culturales.Asimismo, como cualquier escritor aprovecho los efectos que brindan los objetos en el transcurrir teatral. Un títere jamás pasaría desapercibido en las tablas. La aparición de un títere rompe el hilo de la actuación.
No es frecuente dentro del Teatro. Siempre es bello. Abunda en toques de inocencia y ternura. Está hecho para la risa y el jolgorio. Y en Pasos, meterlo en el nivel dramático, es darle más trabajo que el que acostumbradamente ejercita. Recuérdese que la chica, Violeta, la titiritera, al final le habla a uno de los títeres y lo hace con dolor, con ciego dolor por todo lo que está sucediendo en tan remotas tierras.

5. Como ex funcionario del Ministerio de Agricultura seguramente conoces el problema de la tierra con la profundidad que puede percibirse en el sector que trabajaste. ¿Qué diferencias encuentran entre el campesino de la década del 70 con el del 80?

El campo sigue retrocediendo. Por un lado perdiendo grandes terrenos en pro del asfalto y del cemento, es decir del llamado progreso; por el otro cada vez más abandonado por el Estado y los famosos inversionistas privados. No hay una política agraria en nuestra patria. Un campesino me contaba que había llegado a depender de la lluvia. Si llovía podía hacer crecer sus plantitas, de los contrario estaba condenado a la miserable migración.
Esto no puede ser. Nuestra patria tiene el privilegio de la cordillera y sus ríos que podrían irrigar miles y millones de hectáreas. El agua se pierde y se contamina con el mar de los océanos Atlántico y Pacífico.Cuanta energía eléctrica que nunca tuvimos. Y ya vemos que los préstamos y la deuda (y sus intereses) aumentan monstruosamente.
Y el campo cada vez peor. ¿No somos una nación agraria? ¿No fuimos un imperio agricultor? ¿Acaso la naturaleza no nos dio esta manera de ser construyendo andenes en las mismas montañas donde habitaban los Dioses? Nuestra historia y tradición está firme y bellamente hermana a la tierra, a la Mamapacha.¿Nos parecemos a Venecia o Taiwán? ¿Al Japón o a los Estados Unidos?
Fuimos y somos agricultores, hijos de un fecundo suelo en donde nació la papa y el tomate (con el tomate hacen pruebas de supervivencia los científicos de la NASA a miles de kilómetros sobre la Tierra).Claro, la minería y los hidrocarburos, las nuevas tecnologías y el avance en general de los países más desarrollados del planeta, deben servir para nuestro resurgimiento como seres humanos y no como meros consumidores, pero nunca debemos olvidar nuestra condición primigenia, la que nos dio el perfil y la sangre que tenemos.
El hombre que olvida su origen está perdido. Más perdido cuanto mas computadoras tenga para olvidar sus quehaceres y preocupaciones.En 1970 había, proporcionalmente, más hectáreas de cultivo, más campesinos beneficiados (con muertos y heridos); más trabajo para las familias andinas aún con las contradicciones imperantes. Ahora, si agregamos las sequías del sur-este y las inundaciones del norte, el paisaje es desolador.
Y con un Estado que no tiene plata ni para construir ni un kilómetro de carretera o de trocha. El campesino inunda las ciudades que lo engullen para atizar la promiscuidad y la explotación, el hambre y la muerte. La producción agropecuaria es cada vez menor y cada vez más costosa. En 1982 corrió la bola de que íbamos a importar la para. Y mi amigo el poeta Leoncio Bueno advertía que un pan llegaría a costarle al pobre un ojo de la cara.Recuerdo que en 1977 había cierto aire de expectación en muchas zonas agrarias.
Pero también estaban los nunca bien ponderados burócratas. Pero siquiera sabía ese musitar de esperanzas. Por entonces, una comunidad ganó un juicio que venía sosteniendo a lo largo de 200 años… En el lado opuesto, otros, aunque no tantos, perdieron sus tierras y haciendas, y sus iniciativas privadas se orientaron por diversos rumbos, se fueron del Perú o quedaron a la espera de aquel maremagnun que tenía que terminar para retornar como el Mesías.Es probable que hubiera para el financiamiento, al menos para varios sectores señalados, sin embargo nadie sabia como a escala nacional. Y todo se esfumó.
Yo vi cooperativas vencidas por la desidia, sin maquinaria y sin técnica, usando medios rústicos para lograr una magra producción que al final de cuentas sólo Dios sabía a donde y a qué manos iba a parar ¡y a qué precios! El desorden y la ausencia de planificación fue impresionante. No obstante ahora es peor. En los años 70 sobraban los pésimos contadores para cuadrar un libro de cuentas y ahora no hay cuentas que sacar. La tuberculosis ha vuelto con mayor saña. El analfabetismo en el campo es inaudito. Las enfermedades infectocontagiosas que se podían curar en las postas médicas ahora causan estragos en las poblaciones infantiles.
En aquellos años cualquier pituco o criollo podía decir con desprecio “que se larguen a apestar a sus pueblos”; ahora lo dicen con seriedad y hasta con odio. Parece que nos hemos negado a ser lo que somos, a desterrar de nuestra mente al campo que hace 450 años nos envía sus productos pese a los huaycos y latrocinios.Hemos llegado al punto en que mirar a Europa o los Estados Unidos y a su auge industrial constituye el ejemplo a seguir por sobre todo. Y el campo sigue su muerte que no acaba.
¿Ocho millones de campesinos con una producción en potencia portentosa no significa nada para nosotros el resto de peruanos? ¿Miles de etnias y comunidades esparcidas en tan generosa e intrincada tierra no son grandes posibilidades de vida para todo el Perú?No será la felicidad ni el Dorado el agro de nuestra patria, y nunca lo fue tampoco, sin embargo es la mejor oportunidad que todos tenemos como país.
Ya podemos importar técnicas y capitales pero mientras no los pongamos al servicio, principalmente, de la tierra y sus recursos, el esfuerzo será inútil.La inercia y el desamparo han acrecentado a la familia campesina en una extensión cada vez más reducida. Alguien dijo “gobernar es poblar”, y nosotros estamos despoblando el ande, inventando ciudades en aras de una falsa y convenenciosa modernidad.

6. En una nota que te hicieran en 1977 en el diario LA PRENSA de Lima, dijiste que considerabas un dramaturgo “marginado, desconocido y desadaptado (...)” Sigues pensando lo mismo en 1990. ¿Por qué?


- Es muy cierto que uno dice tal cosa en tal tiempo y circunstancia. Si me definí como “un marginado y desadaptado”, sin duda es que hablé dentro de los márgenes que yo conjeturaba en esos días. Además uno puede estar triste o contento, enamorado o desembarcado al dar una opinión, de manera que la influencia del estado de ánimo es preponderante. Seguro fui “marginado y desadaptado” en 1977, más ahora no los soy.
Aunque lo apropiado debió ser “automarginado” porque sin ser un misántropo por lo común me gustó andar solo y todavía me dejaban pensativo esos versos de Lope de Vega: “de mis soledades vengo/ a mi soledades voy/ porque para andar conmigo/ me bastan mis pensamientos”. Pensaba que no parecía a mis demás colegas escritores, no por ser el mejor sino simplemente por mi compromiso personal. Además siempre me aferré a mi aventura y fantasía y eso hacía que me alejara hasta el extremo de sentirme “automarginado”.
A la vez, mi conducta, me sustrajo de todo grupo, y claro pues, como nadie me llamaba ni buscaba, solicite insistir en mi marginación. Recuerdese que mis personajes so o se sienten marginados, y sublimemente pensé más en ellos que en mí mismo. Está sobrentendido que muchas veces uno se solidariza con las criaturas que salen de su imaginación y entendimiento.En cuanto a lo de “desadaptado”, viéndolo con detenimiento pienso que todos lo somos, en mayor o menor volumen.
Voluntaria o involutariamente uno se desadapta en son de protesta contra su medio social. El que escribe a su texto y su forma de conducirse. Si sus personajes abundan inmersos en el desbarajuste de la injusticia y la indiferencia humana (tal es mi caso) el que escribe una vez concluido su texto se aleja , se “desadapta” tratando de concitar doblemente el interés hacia su mensaje. Uno se dice: si yo he compuesto una obra sobre la incomunicación de los hombres, también yo debo ratificarla con mi actuación en este mundo.
Claro que el autor (fabulador por antonomasia) no necesariamente esta obligado a parecerse a su obra. Muchas veces podrá hacerlo, o serlo. Y muchas veces no. Sin embargo, creo que lo mejor para el creador es parecerse, ser como su trabajo. La relación de identidad en ambos universos, el de la escritura y el de la realidad resulta doblemente reveladora. La correlación entre el soñar y el ser se perfecciona. Ahora caigo en la cuenta de que puedo verme como asombrosa nitidez en el conjunto de mi producción.
En mi obra está lo que yo soy, lo que pienso, es decir mi biografía. Hay un cuento del viejo Borges en donde un hombre, deseoso de pintar el paisaje íntegro, cada vez va ampliando el tamaño y los detalles de su trabajo. Ya tiene el cielo, los cerros, los árboles, los pueblos, etc., pero a última hora cuando lo cree concluído nota que le faltan las mariposas o los lagartos. Y así lo va aumentando. Pasan los años y el pintor prosigue su obra titánica. Al fin, agónico, no suelta el pincel, sigue pintando, sigue acrecentando aquel paisaje que empezara en su lejana juventud.
Y al morir, por última vez se asoma a mirar el cuadro de su vida entera, de su obsesión completa o de su locura eterna, ¿y qué es lo que ve? Pues nada más ni nada menos que sólo el perfil de su propio rostro ¡El artista pasó su existencia pintándose asimismo!¿es el creador el que a su vez ha sido dotado por la naturaleza a tener este privilegio? ¿El que puede ser Dios multiplicando su vida en cada uno de sus trabajos? Sin duda el que escribe es uno mismo en la ficción y en la realidad.
Su ubicuidad trasciende el tiempo y el espacio. H. G. Wells hace que el personaje de su obra “La máquina del tiempo” lleve por equipaje “El quijote de la Mancha”; y entre el futuro y el presente desliza el símbolo de una flor…bueno, en lo personal, en nuestro Perú, es difícil calificarnos de un país de desadaptados, o de acomplejados (aunque alguien pretende engatusarnos con eso de país de propietarios, frasecita que por mi parte ya la use ironizándola en mi obra APO GUAMAN POMA, en 1988), pero es innegable que la desadaptación constituye una especie de pecado original.
En el área cultural alguna vez me vi “desadaptado” y creo que hasta me gustó y disfruté de mi autotitulación que al menos me ponía a salvo con mi mentalidad completa. Uno siempre tiene la pretensión (y es bueno tenerla) de estar escribiendo algo original y distinto. En dicho sentido nos cae como anillo al dedo eso de “desadaptado”. Se produce una inversión. Ser desaptado es la manera atinada de adaptarse a este intricado mundo.
O lo contrario, ser “adaptado” es ser alienado en este sistema que nos hace creer hasta en la Virginidad de la Madre de Dios. Aquel que va contra la corriente y escoge por verdad lo suyo se ve en la necesidad de exiliarse dentro de la desadaptación, y continúa produciendo, creando no sólo para que lo conozcan pos sus frutos (como el Arbol bíblico) sino porque considera y tiene la certeza de no estar errado.Estoy por proponer la tesis de que el escritor, el artista, es infalible cuando trabaja.
Por mi parte nunca dudo cuando me aviento. Vacilo, me confundo en el trámite, me amargo, me desanimo, pero nunca pongo en duda el objetivo. Y por eso al terminar un trabajo soy más feliz que el Ángel de la Guarda. Digo que ya puedo morirme contento, es decir si los ángeles mueren.La marginación y la desadaptación pueden ser tentadoras para encubrir las frustraciones u otras ambiciones de gran calibre.
Yo he conocido a kilos de funcionarios ansiosos del confort y los viajes (con pretextos culturales, naturalmente). Yo he conocido a kilos de “artistas” que a falta de una auténtica producción se la daban a locos geniales, de rabiosos detractores y hasta de santos pecadores. Ahí están pues en cuerpo y alma “la desadaptación y la marginación” que yo nunca tuve. Ahora mi marginación y desadaptación no tienen soporte práctico.
Fue una etapa de mi maduración, algo así como los golpes que me gané para aprender, bellamente a montar la bicicleta.Para escribir en la actualidad, mentiría si afirmara que me siento marginado. Ahora escribo desde adentro, del epicentro. Mi observación en un principio fue desde los márgenes, acuciada por los ajetreos de la desadaptación . ahora reúno esa observación y esos ajetreos. O esa desadaptación y marginación convergen agitando mi actualidad. En fin, todo esto bien puede observarse en mi obra, desde IPACANKURE y LAS LOCAS ILUSIONES (“Las locas ilusiones” fueron mi primer borrador teatral) hasta APO GUAMAN POMA que es mi más reciente trabajo.


7. Consideras que el tema de la tierra ha sido tratado con la suficiente propiedad y frecuencia por la dramaturgia peruana? Qué obras, y qué dramaturgos consideras que han llevado este tema al teatro con solvencia estética en su forma y contenido?

La propiedad de la tierra, y su tenencia, resalta más en la narrativa peruana que ya sabemos es de primera en el habla castellana (Arguedas, Alegría, Scorza; y otros de la generación del 80 como Cromwell Jara, Oscar Colchado, etc.). Juzgo que las invasiones y barriadas que se inician en la época del general ODRIA acordoneando la virreynal Lima alejan el tema del agro. Lo urbano se acentúa en la literatura.
El submundo de la barriada y del callejón centran la meditación del escritor. Por otro lado, el arribo apurado de miles de provincianos a la capital pone mayor énfasis en los personajes y horizontes criollos. El indio, el campesino, parece quedar fijado en la pintura de José Sabogal, en los murales de Teodoro Nuñez Ureta, por ejemplo.
El folklor resuena en los coliseos a donde irrumpen como a una isla (o un oasis) los heterogéneos grupos sociales de nuestra serranía, luego de cruzar las peligrosas avenidas y los populosos distritos limeños. O en otro caso, el indio es tratado como habitante de la ciudad que lo ha recibido sin haberlo invitado jamás. La Literatura trabaja el tema indígena sin ubicarlo dentro de su legitimidad a la tierra.
Lima almacena tanta problemática que ya tiene bastante como para procesarla en su propio terreno. Incluso los que llegan del ande al escribir sus trajines mas se refieren a las vicisitudes del camino, a las complejidades de los asentamientos humanos (hacinamientos diría yo) que la tierra propia que dejaron.
En plena década, en 1987, en Huanuco, en un encuentro de Teatro, cuando yo hablé de los tropiezos de Guamán Poma al articular su queja y demanda por la explotación de la raza india, un jovencito replicó que “ese superhéroe ya pertenecía la pasado, que habían problemas vigentes por enfocar…”Vemos que el asunto de la legitimidad de la tierra andina ha sido desplazado por las oligarquías y politiquerías.
Pero principalmente debido a la ausencia de un conocimiento de la realidad de nuestros sectores del campo; o acaso, los teatristas la dieron por sobretendida, o tácita, o secundaria. O lo que es peor, poco dramática, poco digna de introducirla en la antología de las Salas y del Teatro Nacional. O también creyeron con rigor que ya el OLLANTAY había cumplido y cerrado con broche de oro ese tipo de expresión teatral.
En lo que a mí respecta, he visto a muchos actores y directores, desechar trabajos referentes al mundo andino. Claro que la calidad es un imperativo, pero para eso somos gente de teatro ¿no? Cuando el señor Roca Rey me dijo que tenía mucho gusto en conocerme y ahí nomás me preguntó de qué trataba ¿QUE SUCEDIÓ EN PASOS? Y yo le respondí que era un trabajo sobre el problema de la tierra en una comunidad lejana, al tiro perdió el interés por mí a darme la mano, y se esfumó.
Entonces hay que agregar el prejuicio que siempre ha existido en detrimento del hombre y su problemática por la tierra. ¿Herencia colonial? ¿Exceso de exquisites, de finura? ¿Preferencia por las reglas de lo clásico? Por eso mismo pues y por mucho más. Si hacemos una encuesta, notaremos que grupos como ENSAYO, CUATROTABLAS, EL SOL y otros de los más importantes de hoy; y de ayer EL TEATRO NACIONAL, HISTRION, las tres AAA, etc.; sin contar al de LOLA VILAR, CATTONE y otros que casi son atemporales, notaremos que nunca han hecho un montaje sobre el tema sin duda tan autóctono y tan provinciano.
Y esto aún considerado a COLLACOCHA y a LA CHICHA ESTA FERMENTANDO, piezas satélites del núcleo andino que como cohetes pasaron aludiendo Paternalmente al vasto pueblo que nos dio el orígen.Por supuesto que esto tiene que ver con la política de gobiernos de antes y ahora. Después de la rebelión de Túpac Amaru se prohibieron hasta las pinturas indias. Y LOS COMENTARIOS REALES fueron prohibidos por las autoridades virreynales.
Arrancar la personalidad cultural, suplantarla por otra “mejor”, de “mejor categoría social” es tarea de los grupos de la dominación y de los que se someten cómodamente a esa conveniente dominación.He aquí, a grandes trazos, por qué, el tema de la propiedad de la tierra escasea en la escena peruana, ¡país de enorme tradición agraria! Ahora bien, esto no desconoce ni ignora a tantos escritores jóvenes y provincianos que en la periferia trabajan desarrollando sus propuestas.
En este momento no recuerdo nombres, pero en los Encuentros Nacionales, en los pocos que he podido acudir o que me han invitado, he visto la labor de grupos en franca ascensión hacia su propio y verdadero rostro cultural. Y no podría ser de otra manera.Esos jóvenes están al día con sus dificultades, saben que el Lima reinan otros criterios estéticos y consecuentemente se esmeran en dar la imagen de su mundo.
No esperan que otros vayan a teatralizarlos. Ellos se avientan. De allá vendrá y tal vez ya está viniendo el punto genuino del teatro del campo. Las influencias de los grupos capitalinos son evidentes, sin embargo, al tomarlas las hacen suyas virtiéndole sus propios contenidos, aumentándolas con su estética e ideología.Victor Zavala Cataño hizo “El cargador”, “El gallo”, “Analfabéticas”, “El collar” y otras, destacando notablemente en el intento de presentar la crisis perpetua de los pobladores andinos.
Es una señal en el derrotero del Teatro Peruano. A la fecha ignoro si ha tenido o tiene seguidores, o si él mismo persiste en la labor comenzada. Lo importante es que su teatro captó el abuso y la oscuridad en que viven y se desviven nuestros indios, añadiendo su capacidad natural, telúrica, para enfrentar los viejos esquemas de la explotación occidental.La belleza y filosofía del teatro que surge del ande, como es lógico, tiene sus características muy distintas del que brota de los estratos marginales y urbanos.
El campesino con su ligazón eterna a la tierra, su espíritu comunal y su economía ecológica, es imprescindible en el largo trecho que nos falta por andar. Si bien los créditos y los empréstitos (cuando llegan) son puntales para su desarrollo, es en definitiva el hombre andino, del campo o del suburbio, el que tiene el poder de transformar las cosas para el bienestar común.En este aspecto mi contribución como escritor se traduce en “¿Qué sucedió en Pasos?”, en “El ascensor” y en “¡Viva la Reforma!” específicamente.


8. En 1989 fuiste premiado por tu aporte en la dramaturgia peruana. Conocemos que el marco oficial y la preocupación burocrática de su ejecución dejaron mucho que desear, como todo lo que significa reconocimiento al artista en el Perú. Cómo creador, cómo dramaturgo, qué consejos darías a quienes acceden al gobierno, así como a la de instituciones como la DIRECCIÓN NACIONAL DE TEATRO?


- Bueno, eso del premio ya es anecdótico casi como la burocracia que trabaja para planificarlo cada año o cada dos años, y entregarlo a los que todos los años trabajamos empecinados y amorosos, empeñados en mostrar al público y al tiempo la causa y los efectos de nuestros sueños y desvelos.Ahora, a las puertas de un nuevo gobierno, ojalá fuera realmente nuevo, el que menos avizora cambios personales y grupales.
El que menos se propone arribar, escalar, creyendo llegada la oportunidad precisa. Y parece lógico. Parece lógico cambiar de camiseta en nombre del derecho de vivir. Pero dejemos esto a quienes lo viven tan ardorosamente. No vaya a ser que reencarnen en las próximas generaciones modificando el curso de nuestra Historia. Yo, como creador no puedo dar consejos sino mostrar mi obra.
Los que acceden al gobierno son los que deben sopesar el ejemplo que (sin proponérselo) dan los creadores. Un artista, un creador, un escritor, vive al día con la profundidad de su realidad, y esté acertado o no configura un hecho evidente, insoslayable. Su negación es su afirmación. Su equívoco o su inmadurez está dentro del proceso de la sociedad. Un creador, rara vez apunta hacia el brillo de la fama y la riqueza y los que lo hacen desnaturalizan su función. ¿Podrá enunciar con belleza, talento y fluidez un hombre que quiere otra cosa distinta a la creación artística? Rotundamente no por cuanto ese señor tiene la mentalidad afincada en otra suerte de intereses.
La figuración y el narcisismo gustan mucho ir de brazo con el Arte, pero cuanto más consiguen es el progreso pecuniario que es al fin de cuentas su discreta meta. Y se mantienen bien. Empero ellos saben lo que estan haciendo porque después de todo son lo suficientemente inteligentes para ir tan lejos. Y si la oportunidad (que es bastante) les permite pararse junto a los creadores se ven cortésmente obligados a respetarlos (aunque sea solo exteriormente).
Esto debieran tener en cuenta aquellos que se ubican en los mandos del gobierno nuevo o viejo. Siquiera, al menos, culturalmente, que ya no se imponga el arribismo.O si es una tara del sistema desigual que nos sustenta ya que se trata de un segmento reducido (el de los creadores) que sus recursos y asignaciones mejor vayan a parar al CONCYTEC que si no es la única es una de las pocas instituciones que con sus becas, ediciones y apoyo general a la cultura ha cumplido y cumple seguramente rebalsando la medida que originalmente se impuso.
Respecto a la Dirección Nacional de Teatro (de repente me percato de que si yo no voy las veces que pude hacia ella, ella jamás me invitó ni a una función teatral) piensa que debería empezar haciendo teatro. ¿Cómo puede ser Dirección y todavía Nacional de Teatro sino ejecuta ni un solitario montaje? Es como si yo imprimiera una linda tarjeta con mi foto y todo, jurando que soy dramaturgo y narrador y poeta… sin serlo, y lo peor de todo sin practicarlo siquiera.
Podrían alegar que una Dirección nada mas dirige, orienta, promueve y cosas por el estilo. Podrían alegar que dadas las condiciones por la que atravesamos su labor es de planificación y apoyo, etc. entonces no debería llamarse Dirección Nacional de Teatro, porque no dirige a nadie (salvo asimismo), ni es concienzudamente nacional, y ni monta una obra de los griegos, los españoles, los ingleses o los peruanos….
Que en anteriores épocas la Dirección de Teatro no haya dado los resultados esperados o que su tarea no haya sido efectiva no es disculpa ni justificativo. Esto me recuerda lo que ahora se pregona: “Que la empresa privada si es buena, y que la estatal es mala”. ¿Por qué pues, ah? ¿La empresa privada es dueña y fiscalizadora del bien y la estatal es la sierpe del Paraíso? ¿Por qué una tiene que ser irreversible dañina y la otra predestinadamente salvadora y purísima? ¿Por qué? ¿Por qué lo dicen en la T.V. y en los otros medios de comunicación? ¿Por qué hay y ha habido turbios manejos de los dineros del pueblo por parte de las empresas del Estado? ¿Y las empresas privadas son santas, ellas siempre han pagado lo justo a sus trabajadores, siempre han invertido en el país sus ganancias cuantiosas? ¿Siempre han pagado sus impuestos, siempre han tributado?Diablos, la cosa es larga de enumerar. Volvamos al Teatro.
Que el viejo arte de todas las musas se haya demorado en las manos de una Dirección de tal gobierno no exculpa la gravedad del asunto. Una, alguna de tantas direcciones tiene que cumplir con su responsabilidad social, histórica. ¿No dicen que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista? Ya, pues, pongamos por ejemplo a un escritor que escribe 200 obras malas y que por ahí le sale una genial, bravo, esa genial vale por todas y le adjudica un sano prestigio al escritor. De manera que pueden haber desfilado las Direcciones deficientes sin que ello signifique que todas deben ser hereditariamente deficientes.
Es el momento (siempre es el momento) de que la nueva Dirección del nuevo Gobierno sea efectivamente nueva, es decir que sea como siempre todos la hemos querido. Que en medio del intríngulis social en que nos debatimos haya teatro puesto que el Arte jamás deja de transparentar ninguna crisis por aguda que sea. Por otro lado, así no hubiera Dirección, nosotros los creadores proseguiríamos escribiendo, entonces resulta hasta conveniente para sus fines y razón de ser, que las Direcciones no escamoteen la mano, ¡que nos aprovechen pues! En nuestra patria lo que más abunda es la mano de obra porque también abundan nuestros recursos naturales. Lo que ocurre es que todos no trabajan.


9. Últimamente se viene trabajando en la llamada Creación Colectiva va con Autor, como “Alondra”, “Telba”, y otros grupos, ¿qué opinión te merece este tipo de trabajo dramatúrgico?

- Bueno, eso del premio ya es anecdótico casi como la burocracia que trabaja para planificarlo cada año o cada dos años, y entregarlo a los que todos los años trabajamos empecinados y amorosos, empeñados en mostrar al público y al tiempo la causa y los efectos de nuestros sueños y desvelos.Ahora, a las puertas de un nuevo gobierno, ojalá fuera realmente nuevo, el que menos avizora cambios personales y grupales.
El que menos se propone arribar, escalar, creyendo llegada la oportunidad precisa. Y parece lógico. Parece lógico cambiar de camiseta en nombre del derecho de vivir. Pero dejemos esto a quienes lo viven tan ardorosamente. No vaya a ser que reencarnen en las próximas generaciones modificando el curso de nuestra Historia. Yo, como creador no puedo dar consejos sino mostrar mi obra.
Los que acceden al gobierno son los que deben sopesar el ejemplo que (sin proponérselo) dan los creadores. Un artista, un creador, un escritor, vive al día con la profundidad de su realidad, y esté acertado o no configura un hecho evidente, insoslayable. Su negación es su afirmación. Su equívoco o su inmadurez está dentro del proceso de la sociedad. Un creador, rara vez apunta hacia el brillo de la fama y la riqueza y los que lo hacen desnaturalizan su función. ¿Podrá enunciar con belleza, talento y fluidez un hombre que quiere otra cosa distinta a la creación artística?
Rotundamente no por cuanto ese señor tiene la mentalidad afincada en otra suerte de intereses. La figuración y el narcisismo gustan mucho ir de brazo con el Arte, pero cuanto más consiguen es el progreso pecuniario que es al fin de cuentas su discreta meta. Y se mantienen bien. Empero ellos saben lo que estan haciendo porque después de todo son lo suficientemente inteligentes para ir tan lejos.
Y si la oportunidad (que es bastante) les permite pararse junto a los creadores se ven cortésmente obligados a respetarlos (aunque sea solo exteriormente). Esto debieran tener en cuenta aquellos que se ubican en los mandos del gobierno nuevo o viejo. Siquiera, al menos, culturalmente, que ya no se imponga el arribismo.
O si es una tara del sistema desigual que nos sustenta ya que se trata de un segmento reducido (el de los creadores) que sus recursos y asignaciones mejor vayan a parar al CONCYTEC que si no es la única es una de las pocas instituciones que con sus becas, ediciones y apoyo general a la cultura ha cumplido y cumple seguramente rebalsando la medida que originalmente se impuso.Respecto a la Dirección Nacional de Teatro (de repente me percato de que si yo no voy las veces que pude hacia ella, ella jamás me invitó ni a una función teatral) piensa que debería empezar haciendo teatro.
¿Cómo puede ser Dirección y todavía Nacional de Teatro sino ejecuta ni un solitario montaje? Es como si yo imprimiera una linda tarjeta con mi foto y todo, jurando que soy dramaturgo y narrador y poeta… sin serlo, y lo peor de todo sin practicarlo siquiera. Podrían alegar que una Dirección nada mas dirige, orienta, promueve y cosas por el estilo. Podrían alegar que dadas las condiciones por la que atravesamos su labor es de planificación y apoyo, etc. entonces no debería llamarse Dirección Nacional de Teatro, porque no dirige a nadie (salvo asimismo), ni es concienzudamente nacional, y ni monta una obra de los griegos, los españoles, los ingleses o los peruanos….
Que en anteriores épocas la Dirección de Teatro no haya dado los resultados esperados o que su tarea no haya sido efectiva no es disculpa ni justificativo. Esto me recuerda lo que ahora se pregona: “Que la empresa privada si es buena, y que la estatal es mala”. ¿Por qué pues, ah? ¿La empresa privada es dueña y fiscalizadora del bien y la estatal es la sierpe del Paraíso? ¿Por qué una tiene que ser irreversible dañina y la otra predestinadamente salvadora y purísima? ¿Por qué? ¿Por qué lo dicen en la T.V. y en los otros medios de comunicación? ¿Por qué hay y ha habido turbios manejos de los dineros del pueblo por parte de las empresas del Estado? ¿Y las empresas privadas son santas, ellas siempre han pagado lo justo a sus trabajadores, siempre han invertido en el país sus ganancias cuantiosas? ¿Siempre han pagado sus impuestos, siempre han tributado?Diablos, la cosa es larga de enumerar.
Volvamos al Teatro. Que el viejo arte de todas las musas se haya demorado en las manos de una Dirección de tal gobierno no exculpa la gravedad del asunto. Una, alguna de tantas direcciones tiene que cumplir con su responsabilidad social, histórica. ¿No dicen que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista? Ya, pues, pongamos por ejemplo a un escritor que escribe 200 obras malas y que por ahí le sale una genial, bravo, esa genial vale por todas y le adjudica un sano prestigio al escritor.
De manera que pueden haber desfilado las Direcciones deficientes sin que ello signifique que todas deben ser hereditariamente deficientes. Es el momento (siempre es el momento) de que la nueva Dirección del nuevo Gobierno sea efectivamente nueva, es decir que sea como siempre todos la hemos querido.
Que en medio del intríngulis social en que nos debatimos haya teatro puesto que el Arte jamás deja de transparentar ninguna crisis por aguda que sea. Por otro lado, así no hubiera Dirección, nosotros los creadores proseguiríamos escribiendo, entonces resulta hasta conveniente para sus fines y razón de ser, que las Direcciones no escamoteen la mano, ¡que nos aprovechen pues! En nuestra patria lo que más abunda es la mano de obra porque también abundan nuestros recursos naturales. Lo que ocurre es que todos no trabajan.


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