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domingo, 15 de agosto de 2010

Miguel Arribasplata publica novela "La niña de nuestros ojos"


La niña de nuestros ojos (1): novela de batallas

La niña de nuestros ojos, de Miguel Arribasplata, es una novela de la guerra, sin rodeos. Desde el inicio hasta el final, lo narrado se centra en las peripecias de los personajes en la guerra, en el combate. Estos, principalmente, son los alzados en armas, quienes se encuentran en una guerra abierta contra el Estado. Aunque el autor ha evitado mencionar al “presidente Gonzalo”, todo nos hace pensar que el personaje que dirige la guerra, presidente Rodrigo, es aquel. Seguramente, su intención haya sido tomar distancia de los sucesos reales, sin embargo, mientras vamos leyendo la novela encontramos que sus personajes y sus diálogos nos muestran, de manera indudable, que estos pertenecen a PCP-SL, dado que se menciona repetidas veces al presidente Rodrigo y el pensamiento Rodrigo como parte de la dirección máxima que encausa la guerra, además de las citas maoístas y la frase conocida de “ojos y oídos del Partido” (29).

Lucha de dos líneas

Dentro de la agrupación (el Partido) del presidente Rodrigo, se generan contradicciones. Entonces se presenta dos frentes de lucha: uno, contra el Estado; dos contra los que “se han convertido en caja de resonancia del revisionismo capitulero y son el fardo derechista que la revolución arrastra y debe aplastar” (144). Este último, los alzados en armas lo solucionan, primero, a través de las discusiones ideológicas, luego, “si no se rectifican con urgencia, sino expulsan de sus carcomidos cerebros la basura burguesa de la conciliación” (145), con la eliminación física para mantener el equilibrio de la guerra y poder luchar en un solo frente, porque el hecho de estar en dos frentes los debilita, “haciendo fracasar la acción y provocando la masacre no solo de compañeros de la cárcel sino también de rescatistas” (144). En este caso, dos de los personajes, acusados de desviarse de la línea del Partido, mueren en manos de sus propios compañeros, a modo un escarmiento.

Esta lucha de dos líneas es parte de la historia de la violencia política. Ese es el caso del PCP-SL, cuando llega a la conclusión de iniciar la guerra luego de varias acciones de este tipo. “Acuerdo que fuera logrado en medio de tres intensas luchas: la primera, contra la línea oportunista de derecha... La segunda lucha fue contra una nueva línea derechista... La tercera lucha fue con las divergencias en la izquierda…”2 . Esto en 1979, aunque habría que recordar también que, a partir de que Mariátegui pusiera la primera piedra del PCP, hubo una serie de luchas internas que se traducía en las expulsiones de sus integrantes y la conformación de nuevos grupos hasta llegar a una ramificación impresionante de partidos comunistas y socialistas en el Perú. En cada una de ellas con sus propias versiones de la lucha de dos líneas para quitar de en medio el problema “revisionista”. Y durante la guerra, en el PCP-SL, continuó la lucha de dos líneas hasta el punto de dividirse en dos grupos irreconciliables: los que optaron por la continuación de la guerra y los que plantearon un “acuerdo de paz”. Unos a otros acusándose de derechismo o izquierdismo, según sea el caso.

El soldado perfecto

El soldado perfecto es aquel ser despiadado que no se inmuta ante el dolor ajeno y que cumple muy bien su papel de asesino. De eso se trata en última instancia una guerra. Lo demás no interesa. Así es el soldado en la novela de Arribasplata. “Este es la clase de soldado que queremos… Hombre desprovistos de moral sentimental y dispuesto a matar a cualquier punto que se mueva fuera de nuestra órbita” (169). En la novela, se trata de uno de esos adolescente que se perfila para “abigeo como su taita” (168). Luego con una tropa así sucede que “todo lo comieron los militares. Todo lo cargaron en un camión” (207). Es ese el soldado perfecto: sin moral. De esta clase hubo un montón en la guerra. De los desconocidos, pero también de los conocidos. Ahí tenemos a Montesinos, acusado primero de traición a la patria, luego de corrupción. Así también, De Bari Hermosa. Ambos egresados de la Escuela de las Américas (EEUU), conocida como Escuela de Asesinos, donde se dictaba las instrucciones para eliminar a cualquier ser “que se mueva fuera de su órbita”, o sea, al ser diferente, al otro, porque no es gratuito que las mayores masacres se hayan dado sobre todo en las comunidades andinas justamente por estar fuera de esa órbita. Ese es el soldado perfecto, producto no de la casualidad, sino de toda una concepción de la guerra que tiene el Estado peruano, aprendido del Pentágono.

Entre dos fuegos

Arribasplata, en esta novela, ha querido mostrar la situación de un pueblo atrapado entre dos fuegos. Situación que representa la visión de un pueblo que no participó en la guerra de manera directa, pero que sufrió las consecuencias de ella. En la novela se observa que, tanto los insurgentes como los agentes del Estado, son crueles para imponer un orden ajeno a las vivencias de los campesinos. Estos vivían en un ambiente tranquilo, de sosiego y de paz, hasta que los estragos de la guerra los alcanza. “Han sufrido la embestida de milicos, ronderos y guerrilleros” (121), por eso es que el balance final que tienen de la guerra es lapidaria para los actores de la misma: “Anticristo los dos, señor” (207). Se añora el pasado donde “trabajamos, bebemos y queremos a nuestro modo” (118). Un retorno al pasado y la única forma de lograrlo, dado las circunstancias, es huyendo fuera del alcance de los actos de la guerra. Ahí se reiniciaría una nueva vida. “Nos espera nuestra nueva posada” (121), aunque este intento, en realidad, no se concreta porque, finalmente, son casi exterminados. La guerra es una vorágine que se traga todo, incluso a los que huyen de ella. Sin embargo, esta idea, de la huida a lugares inaccesibles, tanto para los subversivos como para el Estado, ha sido desarrollada ampliamente por Félix Huamán Cabrera en Noche de relámpagos y por Dante Castro en La guerra del Arcángel San Gabriel, en ambos casos con finales no tan trágicos.

Referencias marxistas a modo de deslinde

Las referencias marxistas son abundantes. El autor ha construido los diálogos con un alto contenido ideológico. En el amor, en la guerra, en el descanso, los personajes usan de manera constante frases alusivas a ello. Estos enfocan sus acciones a través de sus convicciones comunistas, por lo tanto, sus conversaciones traslucen esa condición, incluso después de hacer el amor. “Qué individualista te vuelves. El Partido lo va a saber y te van a tachar de desviacionista” (153). En cada situación que se les presenta a los insurgentes es motivo para lanzar alguna frase cargada de ideología marxista. Ante una discusión: “quien no lee ni estudia, no tiene derecho a opinar, dice el camarada Mao”. Ante el ataque militar del enemigo: “aplicando creadoramente los nueve pasos para aplastar esta forma de contrarrevolución, señalados por el presidente Mao Tse Tung, los camaradas de Cangallo aplastaron al ejército blanco” (89). Además está el título de la novela que se circunscribe en una frase de Lenin: “Cuidar el partido como la niña de nuestros ojos” (160).

Los personajes, alzados en armas, altamente ideologizados, cumplen al pie de la letra los postulados de su dirección: “No se puede detener las decisiones y directivas del Partido. Aplazarlas significa retroceso y vacilación” (177), hasta el punto de que una columna de insurgentes son exterminados por sus enemigos: “La arrogancia táctica de Ernesto nos ha jodido” (187). Las acciones llevadas a cabo bajo el pensamiento Rodrigo fracasan estruendosamente. Esta descripción es una forma de deslinde en el plano ideológico con los senderistas y por la vía novelesca, crítica que coincide con Eduardo Ibarra, quien en la ensayística ha dicho: “esta organización actúo como una secta donde su ‘jefe’ oficiaba de Dios de carne y hueso, infalible y omnipotente…”3 . Ambas publicaciones distan apenas unos meses. ¿Coincidencia solamente? o es parte del balance ideológico de la guerra. Nuevas publicaciones nos dirán hacia donde se camina en ese plano.



1 Arribasplata, Miguel. La niña de nuestros ojos. Arteidea Grupo Editorial. Lima. 2010
2 Línea militar. http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_lpg.mi.htm. 1988.
3 Ibarra, Eduardo. El pez fuera del agua. Juan Gutemberg Editores. Lima. 2010. pág.105. 

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