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miércoles, 10 de marzo de 2010

Homenaje a Cronwell Jara



                                           Foto:http://www.librosperuanos.com/autores/cronwell_jara.html
Por: Ricardo González Vigil

Hace treinta años, con su extraordinario cuento “Hueso duro”, de ritmo acezante, que envuelve al lector con una atmósfera de violencia catártica pocas veces alcanzada en las letras peruanas, Cronwell Jara Jiménez (Piura, 1950) obtuvo el primer premio de cuento en el Concurso José María Arguedas (organizado por el Centro Cultural Peruano-Japonés) y despertó el entusiasmo de catadores expertos que integraron el jurado: Antonio Cornejo Polar (autor del comentario en la primera edición de dicho cuento, como también lo sería para la novela “Patíbulo para un caballo”, pocos años después) y Gregorio Martínez, conforme me lo expresaron personalmente, jubilosos de presenciar el “nacimiento” de un nuevo narrador peruano fuera de serie.

Tres décadas después, Cronwell Jara sigue cosechando laureles: recientemente, en la serie Alfaguara Infantil, se ha publicado, en un volumen bellamente ilustrado por Úrsula Jiménez, el cuento con el que ganó el primer premio en la III Bienal del Cuento Infantil Icpna 2008, organizado por el Instituto Cultural Peruano-Norteamericano. Se trata de “Ruperto, el torito saxofonista”. Un joven torito enamorado (desde que era becerrito, soñaba idealmente con una compañera que luego se concretaría en la linda becerrita Nora) y amante de la música; al tocar el saxofón inunda de amor todo lo que lo rodea. El momento culminante corresponde a la corrida en la Plaza de Acho, donde Ruperto muestra su valentía y consigue que la música (un arte del amor) se imponga sobre el arte sangriento de la tauromaquia.

En el logro de “Ruperto, el torito saxofonista” convergen varias cualidades ampliamente mostradas por Cronwell Jara en su dilatada y fecunda aventura narrativa: se adentra en la sensibilidad de los animales y en la energía vitalizante que fluye en la naturaleza entera (actúa aquí una cosmovisión animista con raíces prehispánicas y afroperuanas); celebra el amor y la alegría de existir, amenazados por el componente de violencia, injusticia y marginación que los apetitos económicos y políticos, así como los tabúes morales y religiosos han insertado en el “contrato social”; y aprecia la literatura dirigida al público infantil y juvenil, al que ha dedicado varias narraciones, cuanto más que conoce la estrecha vinculación que hay entre el relato popular de la tradición oral (con su visión mítico-mágica y su trasfondo formativo) y la imaginación infanto-juvenil. Sobre este último punto, recordemos su narración sobre el arte del fabulista por excelencia: “Esopo, esclavo de la fábula” (2007); además, con su mujer Cecilia Granadino ha recogido los cuentos maravillosos de la isla Taquile: “Las ranas embajadoras de la lluvia” (1996).

Entre el premio de 1979 y el actual, Cronwell Jara se ha impuesto en numerosos certámenes, sobresaliendo el Copé de Oro en la Bienal de Cuento de 1985. Ese reconocimiento se justifica porque se trata del cuentista peruano más dotado surgido a fines de los años 70 y durante la fructífera década del 80, el que mejor ha sabido expresar todas nuestras sangres, asumiendo la perspectiva de las mayorías nacionales. También es un poeta de consideración, autor del “Manifiesto del ocio” (2007) y del poemario “Academia de la tristeza”, del que la piurana editorial Sietevientos ha adelantado una “Antología mínima” este año. Además, ha estimulado como nadie, conduciendo talleres a lo largo y a lo ancho del país, el cultivo del oficio narrativo; entre sus discípulos, figura Pedro Ugarte Valdivia, ganador del Copé de Oro de la Bienal de Cuento 2008.
Tantos méritos justifican plenamente que la Universidad Federico Villarreal lo haya homenajeado hace dos semanas (noviembre del 2009)  por sus treinta rutilantes años de trayectoria literaria. Sirva esta nota como adhesión a dicho homenaje

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