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miércoles, 18 de febrero de 2009

Alexander Solyenitzin, cronista de los horrores del régimen stalinista


MOSCU.- Alexander Solyenitzin, el escritor ganador del Premio Nobel de Literatura cuyos libros reflejaron los horrores del sistema del gulag soviético, murió el 4 de agosto de 2008, a los 89 años, por una insuficiencia cardíaca.

Sus inquebrantables relatos, en los que describe los tormentos y la supervivencia en los campos de trabajo forzado de la Unión Soviética, atraparon a sus compatriotas, cuya historia secreta el escritor reveló. Esas crónicas le valieron 20 años de exilio, pero también el reconocimiento internacional. Y, probablemente, inspiraron a millones al demostrar que el valor y la integridad de una persona pueden derrotar la maquinaria totalitaria de un imperio.

Su trilogía Archipiélago gulag (1973-1976) consternó a los lectores por su crónica del salvajismo reinante en la Unión Soviética durante la dictadura de Josef Stalin. La obra ayudó a eliminar la simpatía hacia la Unión Soviética de muchos intelectuales de izquierda, especialmente en Europa.

Nacido el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, Solyenitzin sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y, en las últimas semanas del conflicto bélico, fue arrestado por escribir lo que denominó "ciertos comentarios irrespetuosos" sobre Stalin en una carta dirigida a un amigo. Pasó siete años en un campo de trabajo en la estéril estepa de Kazakhstán y otros tres años de exilio en Asia Central.

Allí empezó a escribir, memorizando gran parte de su obra para que no se perdiera si lo atrapaban. Su tema fue el sufrimiento y la injusticia padecidos en el gulag de Stalin. Siguió escribiendo mientras trabajaba como profesor de matemáticas en la ciudad rusa de la provincia de Ryazan.

El primer fruto de su esfuerzo fue Un día en la vida de Iván Denisovich , la historia de un carpintero que lucha por sobrevivir en un campo de trabajo soviético, al que fue condenado, al igual que Solyenitzin, tras prestar servicio en la guerra. El libro fue publicado por orden de Nikita Kruschev, que estaba ansioso por desprestigiar los abusos de su predecesor Stalin.

Pero después del derrocamiento de Kruschev, en 1964, Solyenitzin empezó a ser perseguido por la KGB y la publicación de sus libros fue prohibida.

"Un gran escritor es, por así decirlo, un gobierno secreto de su país", escribió en El primer círculo , su novela siguiente, sobre los prisioneros de uno de los "campos especiales" de Stalin, destinado a científicos a los que el dictador consideraba políticamente poco confiables, pero cuyo saber y preparación eran esenciales.

Solyenitzin, un graduado del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad de Rostov, fue enviado a uno de esos campos en 1946 poco después de su arresto.

La novela Pabellón de cancerosos , que apareció en 1967, fue otra obra de ficción basada en la vida del propio Solyenitzin: en este caso, su tratamiento de cáncer en Tashkent, Uzbekistán, que en ese momento formaba parte del Asia Central soviética, durante sus años de exilio desde marzo de 1953, el mes y el año de la muerte de Stalin, hasta junio de 1956.

En el libro, el cáncer se convertía en una metáfora de la fatal enfermedad del sistema soviético. "Un hombre genera un tumor y muere ¿cómo puede vivir un país que ha generado los campos de trabajo y el exilio?"

En 1970, la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1970, una actitud inusual por parte del organismo, que en general otorga el premio a un autor tras décadas de trabajo.
La expulsión

Las autoridades soviéticas le prohibieron que viajara a Estocolmo a recibir el premio y los ataques oficiales en su contra se intensificaron en 1973, cuando apareció en París el primer tomo de su trilogía Archipiélago gulag . Al año siguiente fue arrestado, acusado de traición y expulsado a Alemania Occidental, hecho que provocó la condena mundial del régimen del líder soviético Leonid Brezhnev.

Solyenitzin se estableció en Estados Unidos con su esposa e hijos. Aunque ya no sufría ninguna clase de represión, el escritor, eslavófilo y cristiano ortodoxo, sentía nostalgia de su país. Tampoco le gustaba demasiado la democracia occidental, con su énfasis en la libertad individual.

Mikhail Gorbachov le devolvió la ciudadanía en 1990 y la acusación de traición fue levantada. Después de un emotivo regreso al hogar, que empezó en el Lejano Oriente ruso el 27 de mayo de 1994, y que se convirtió en una gira relámpago por todo el país, Solyenitzin se estableció en una casa de ladrillos rojos, a la sombra de los árboles, con vista al río, al oeste de Moscú.

Llegado al poder Vladimir Putin, el líder ruso tuvo una relación ríspida con Solyenitzin. Pero los dos hombres, tan diferentes entre sí, pronto desarrollaron un vínculo.

Gradualmente, Putin adoptó las críticas que el autor hacía de Occidente, tal vez reconociendo que Rusia es en realidad una civilización diferente, tal vez porque el intelectual ofrecía una justificación de la determinación del Kremlin de amordazar a los críticos, de ejercer control sobre los recursos naturales de Rusia y de concentrar el poder político.

Después de la muerte del escritor egipcio Naguib Mahfouz, en 2006, Solyenitzin se convirtió en el laureado del Nobel más anciano. Lo sobreviven su esposa, Natalia, que actuaba como su vocera, y sus tres hijos: Stepan; Ignat, pianista y director, y Yermolai. Todos viven en Estados Unidos.

Por Douglas Birch de la agencia AP
Traducción: Mirta Rosenberg

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